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¿Cómo cuidar un bebé los primeros días?

Desde los primeros días conviene establecer unos horarios y ritos fijos en el cuidado del bebé, como por ejemplo la hora de darle de mamar, acostarlo, bañarlo o sacarlo a pasear.

Estas costumbres dan seguridad y tranquilidad al niño y le ayudan a enfrentarse a ese mundo lleno de sorpresas y cosas nuevas que representa la vida fuera del seno materno.

Durante los primeros meses, madre e hijo mantienen un mismo ritmo de vida lleno de pequeños ritos que desempeñan un importante papel en el desarrollo y bienestar del bebé. Es importante desde el primer momento, ser consciente de estos ritos, planificarlos y con el tiempo se van haciendo de manera automática por ambas partes de forma natural.

RITOS Y HORARIOS FIJOS

Sostener al niño en brazos, acunarle, mirarle y hablarle mientras mama, bañarle, acariciarle, darle masajes, cambiarle los pañales, etc., son actos que la madre repite cada día, convirtiéndolos en costumbres que constituirán los pilares del futuro aprendizaje del bebé.

Repetir los mismos gestos cada día (tanto los destinados a su cuidado como las muestras de amor y cariño) convierte a la madre o al padre en un espejo en el que el bebé puede verse a sí mismo, ya que todavía no sabe verse como un individuo independiente. Más tarde, a los tres o cuatro meses, se pueden variar los horarios teniendo en cuenta que cada nueva experiencia debe producirse de una forma gradual.

PADRE DESDE EL PRIMER DÍA

padre con bebéEl padre puede integrarse desde el primer día en este juego de ritos y gestos con el bebé, porque a pesar de la natural dependencia del recién nacido de la madre, el desarrollo integral del niño necesita de la presencia de la figura masculina.

Si el padre aprende a tomar confianza con el bebé y no se autoexcluye de sus cuidados, sentará las bases para una relación plena con su nuevo hijo y con su pareja, evitando celos y sentimientos de abandono.

En la actualidad, muchos padres alternan con la mache los cuidados del niño bañándolo, cambiándole los pañales y dándole el biberón. Pero también es importante que se impongan un protocolo de mimos, caricias y juegos.

El bebé percibirá los gestos del padre de forma diferente a los de la madre porque su mirada, su sonrisa y su voz son diferentes. Eso creará una base sólida de armonía y entendimiento familiar así como un desarrollo óptimo del niño.

CANCIONES DE CUNA

El bebé tiene dos necesidades primordiales al nacer: la leche, y la voz y contacto maternos. Por eso en todas las culturas hay canciones de cuna para dormir, entretener y tranquilizar a los bebés.

La voz de la madre ha estado acompañando al bebé desde el cuarto mes de gestación, porque es a partir de ese mes cuando el feto empieza a percibir los sonidos en el medio acuático en el que vive. Después del parto, la voz de la madre conecta al niño con el exterior y es su primer punto de referencia para ir integrando el mundo sonoro que le rodea y para preparar su futura inserción lingüística, es decir, para aprender a hablar.

Algunos especialistas llaman al canto «el cordón simbólico», ya que si la madre sigue cantando, puede distanciarse del niño y abandonar la estancia donde se halla el bebé sin romper el contacto con él, o incluso puede grabar sus canciones para tranquilizar al niño cuando tiene que ausentarse.

Las canciones de cuna o nanas suelen calmar y tranquilizar a los niños, ya que incluyen los tres elementos que más satisfacen la demanda de fusión del niño: la voz, el contacto físico envolvente del arrullo y la mirada. La nana más efectiva es la que se canta en la mecedora mirando y arrullando al bebé, porque el balanceo le producirá una grata sensación de equilibrio.

El significado del llanto

bebé llorandoEl llanto del niño al nacer es como una forma de respiración profunda, ya que su salida a través del canal cervical le produce una cierta hipoxia -falta de oxígeno- pasajera. Cuando la cabeza del bebé sale fuera de la vulva, deja de percibir la presión a la que está habituado y esto, junto con la falta de oxígeno y otros cambios que se producen, estimula el centro encargado de la respiración de su cerebro, produciendo el llanto que anuncia el nacimiento.

Al principio, el llanto será el único medio de comunicación del bebé. En los primeros días de su existencia, este lenguaje le servirá indistintamente para manifestar su sufrimiento, sus deseos y sus necesidades de comida. Bastarán unas semanas para que los padres aprendan a interpretar este lenguaje y para que averigüen que nunca son los gritos de un bebé lo que debe preocupar, sino su silencio prolongado.

EL SUEÑO

El recién nacido duerme una media de dieciséis horas al día con variaciones según cada caso. Los primeros días, el bebé no diferencia entre el día y la noche y sus períodos de sueño duran unas tres horas. Al cumplir el mes empezará a adquirir el ritmo día-noche, pero puede despertarse todavía una o dos veces por noche. Durante el día hace cuatro siestas y permanece un largo período despierto al final de la jornada entre las diecisiete y las veintidós horas.

A los tres meses puede llegar a dormir hasta nueve horas por la noche y el resto de los períodos de sueño los reparte en tres o cuatro siestas durante la jornada. Los períodos de vigilia se van alargando poco a poco.

Es importante que el bebé duerma lo suficiente, ya que es durante el sueño profundo cuando el organismo segrega la hormona del crecimiento que le permite la recuperación física. Por eso es esencial mantener y respetar el ritmo de sueño particular de cada niño. Si éste se altera, pueden existir problemas de crecimiento irreversibles, y los pediatras observan que estos niños sufren con más frecuencia problemas de otitis o rinofaringitis.

LA HABITACIÓN DEL BEBÉ

Al principio resulta más cómodo tener al bebé por las noches en la habitación de los padres en un pequeño moisés con ruedas. Pero durante el día, el bebé debe estar en su habitación, ya que de esta forma se reserva la intimidad de la alcoba y no se crean hábitos en el niño difíciles de erradicar cuando sea un poco más mayor. La habitación del bebé debe ventilarse al menos una hora al día e intentar que su temperatura no sobrepase los 20 grados en invierno. Cuando se usa calefacción hay que mantener el grado de humedad mediante humidificadores o recipientes con agua en la habitación.

Hay que evitar llenar la habitación del recién nacido con muchos muñecos de peluche, ya que son nidos de polvo. Es mejor conservar sólo uno y lavarlo con frecuencia.

LA HIGIENE DEL BEBÉ

El baño del bebé (rito diario obligado desde que se cae el cordón umbilical, unos diez días después del nacimiento) debe convertirse en algo más que una operación de limpieza, ya que es una excelente oportunidad para mantener una relación táctil entre madre e hijo o entre padre e hijo, y un momento privilegiado de intimidad entre el bebé y los padres. Hay que hacer durar el ritual del baño lo máximo posible y alargarlo dando un suave masaje con un aceite especial.

Existe la falsa idea de que a los recién nacidos no se les puede cortar las uñas porque les duele; sin embargo, cuando las tienen largas, es más peligroso no cortárselas ya que se podrían arañar. Para que resulte más fácil se le puede colocar un paquete de algodón dentro de la mano para que se le abran los dedos, y realizar la operación con mucho cuidado y en perfectas condiciones higiénicas.

Los primeros dientes del bebé no saldrán hasta los seis u ocho meses, pero algunos especialistas recomiendan que desde el quinto o sexto día de vida se empiece a cuidar su «dentadura» masajeando sus encías dos veces al día.

La madre o el padre pueden envolver su dedo índice en una gasa humedecida y masajearle las encías suavemente. Esto no sólo ayuda a eliminar posibles bacterias, sino que fortalece también sus encías previniendo así las típicas molestias que provoca la salida de los dientes de leche.

 

 Bebés prematuros

El bebé ha nacido antes de tiempo o ha nacido en fecha que le correspondía pero con poco peso, precisará de unos cuidados especiales y posiblemente deberá pasar unos días en la incubadora.

Sean prematuros o no, estos bebés pueden presentar problemas para mantener la temperatura y para ser alimentados con normalidad, dificultades respiratorias, hipoglucemia (niveles bajos de azúcar en la sangre), ictericia, etc.

En los últimos años, la mayoría de las clínicas no sólo permiten que los padres tengan acceso a la incubadora y pasen bastantes horas con su hijo, sino que además lo recomiendan, ya que se ha demostrado que los abrazos y caricias de la madre favorecen una recuperación más rápida del bebé.

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