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El cólico del lactante

El cólico es un término impreciso con el que se explica el llanto de los bebés que lloran durante mucho rato sin una causa aparente. Algunos pediatras creen que los cólicos son debidos a problemas digestivos combinados con el estrés, ya que suele dar buenos resultados el tratamiento para aliviar el dolor abdominal combinado con la relajación del ambiente.

Si el niño tiene cólicos abundantes, es mejor reducir la cantidad de alimento y aumentar la frecuencia de las tomas.

La Liga de la Leche (asociación mundial en defensa de la lactancia materna) recomienda a las madres que amamantan que, si su hijo tiene cólicos, le den de mamar sólo de un pecho en cada toma, para que de este modo el bebé pueda saciar su instinto de succión sin ingerir más leche de la que necesita, ya que un exceso de leche podría ser la causa de los cólicos.

Asimismo, la madre debe retirar de su dieta alimentos como la leche de vaca -que puede sustituirse por leche de almendras o de soja-, la levadura de cerveza, los cítricos, el chocolate, la cafeína y alimentos con edulcorantes artificiales. Algunas madres han comprobado que un niño con cólicos se calma poniéndolo boca abajo, al ejercer una cierta presión sobre el abdomen; los baños también suelen calmarlos, así como elevarles un poco la cabeza en la cuna, ya que eso mejora el funcionamiento del colon, y acariciarlos o darles masajes.

Es conveniente que los padres se turnen para atender al bebé. SI el llanto les pone muy nerviosos es mejor que pidan ayuda a un familiar o a un canguro para cuidar a su hijo en las horas en que entra en crisis, ya que su nerviosismo y estrés no ayudarán al bebé. Los cólicos suelen ser más frecuentes a primera hora de la tarde y de la noche y acostumbran a desaparecer a los tres meses.

Sus primeros dientes.

Los primeros dientes de leche o transitorios hacen su aparición por regla general hacia los seis meses, aunque haya niños que a los cuatro meses ya les salga el primer diente y otros que hasta el décimo mes no tengan ninguno. Ambos casos entran dentro de la normalidad. Los especialistas no dejan de repetir que la salida de los dientes es un fenómeno natural que se produce de manera progresiva y diferente en cada niño. Entre los seis y los doce meses suelen aparecer los ocho incisivos y hasta dos molares inferiores. La dentadura se completará poco después de los dos años. Este proceso natural no tiene por qué ser doloroso; sin embargo, a menudo va acompañado de algunos síntomas como son el aumento de la salivación, el babeo continuo, la molestia en las encías, la necesidad constante de morder, el enrojecimiento de las mejillas e Incluso el aumento de temperatura corporal sin aparente justificación.

¿CUÁNDO CONSULTAR AL MÉDICO?.

Si el bebé manifiesta los siguientes problemas de salud, hay que consultar al médico o acudir a un centro de urgencias pediátricas:

Vómitos.

No deben confundirse las regurgitaciones de leche que expulsa el bebé algunos minutos después de mamar o de tomar su biberón con los vómitos de recién nacido acompañados de llanto insistente (signo de dolor), ya que éstos pueden ser síntomas de problemas más graves y exigen una consulta inmediata con el médico.

Manchas de sangre en las deposiciones.

Los dos o tres primeros días el bebé expulsa el meconlo, que es de un color oscuro, y más tarde aparecen las verdaderas deposiciones, muy líquidas y de un color verdoso. Con el tiempo irán cambiando a un color más anaranjado y su consistencia será más líquida si se alimenta del pecho y más sólida si toma el biberón. La consistencia y el color de las deposiciones del recién nacido son el reflejo de su salud. Por tanto, es necesario observarlas cada vez que se cambie al bebé para comprobar que no hay nada sospechoso como sangre o excesiva mucosidad. En ese caso hay que consultar inmediatamente al pediatra.

Diarreas.

A diferencia de las deposiciones blandas y anaranjadas que se producen después de las tomas, las diarreas son inquietantes si persisten y se vuelven crónicas.

Convulsiones violentas.

El bebé se muestra agitado, inquieto y hace movimientos descontrolados.

Fiebre de 38 a 39 grados.

Las pequeñas subidas de fiebre pueden resolverse con un baño tibio y una sobrehidrataclón temporal, pero si la temperatura del bebé aumenta por encima de los 38 grados y se mantiene, hay que consultar al médico.

 

 

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