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Lactancia con biberón, consejos y trucos

La Lactancia artificial.

Debido al estilo de la vida actual, muchas madres optan por dar el biberón. En ese caso hay que avisar al equipo médico para que, tras el parto, inhiba la subida de leche con la medicación adecuada. La leche maternizada es un alimento lácteo elaborado a partir de la leche de vaca, pero al que se le ha realizado un tratamiento específico para que resulte aceptable para el recién nacido.

Se le reduce la cantidad de proteínas, extrayendo sus grasas animales, que son reemplazadas por otras de origen vegetal, y se aumenta su contenido en vitaminas, ácidos grasos y minerales. Siempre debe ser el pediatra el que escoja el tipo de leche y la dosis más recomendable para cada bebé. Si en los primeros días el bebé presenta algún signo de intolerancia a la leche (vómitos, cólicos o alguna reacción en la piel), el pediatra optará por cambiarla, ya que existen en el mercado leches con distinta composición para adaptarse a las necesidades de cada caso.

Cómo dar el biberón.

Hay que sentar al bebé sobre las rodillas en una posición semi inclinada (ni demasiado enderezado, ni demasiado recostado) y colocar un cojín sobre el brazo en el que se apoyará su cabeza. Hay que mantener el biberón de forma que la tetina esté siempre llena de leche para impedir que entre aire y el bebé lo trague al succionar.

 

El biberón.

Si el niño no puede recibir el pecho materno, el pediatra indicará la leche de adaptación más adecuada a sus características y orientará la ración y número de tomas. También decidirá si es necesario cambiarla si al pequeño no le sienta bien y si se completará su dieta con alguna vitamina. Es importante que los padres acepten la lactancia artificial como sustituto de la materna. Hoy día, las leches maternizadas están concebidas para cubrir las necesidades infantiles y garantizar el correcto desarrollo del niño.

Las dos reglas más importantes en este caso son la higiene con los biberones, que ha de ser escrupulosa, y el respeto absoluto de las proporciones de agua y leche en polvo.

Lo mejor es contar con seis biberones, preferentemente de cristal, para no tener que esterilizar más de una vez al día. La esterilización puede realizarse por el método antiguo (son necesarios veinticinco minutos desde el comienzo de la ebullición), es decir, hirviendo los biberones, o bien utilizar aparatos más modernos al vapor, eléctricos, para el microondas, etc., o recurrir a la esterilización en frío o química.

Antes de la esterilización, sea cual sea el método empleado, siempre se han de lavar concienzudamente los biberones utilizando una escobilla. Las tetillas de látex son convenientes para los niños que chupan más lentamente y las de sillcona, más duras, para los más tragones. Convendrá reponerlas cada dos meses. Se utilizará agua embotellada, a condición de que sólo se use para el niño y nadie beba directamente de esa botella, o del grifo hervida al menos durante cinco minutos. Para no tener que es-

tar hirviendo agua constantemente, puede cocerse una cantidad para el día y, una vez templada, introducirla en un termo (no más de veinticuatro horas). Así estará casi lista para tomar. La preparación del biberón requiere unos pasos obligados, comenzando por respetar la regla de 30 cm3 de agua por cada medida rasa de leche en polvo (puede pasarse el mismo rascador incluido en el bote o una hoja de cuchillo limpio por el borde de la superficie para asegurar la cantidad exacta, sin prensarla). Ni más ni menos, ya que una leche muy diluida no alimentará correctamente al bebé y, excesivamente concentrada, puede provocar problemas digestivos y de deshidratación.

Las cantidades indicadas por el pediatra corresponden a las de agua y no a las del biberón reconstituido. Por ejemplo, si el bebé toma ya 120 cm3, una vez preparada la leche puede aumentar a 140. Por tanto, siempre hay que medir el agua y, una vez asegurada la cantidad exacta, añadir la proporción necesaria de leche en polvo. Respecto a la temperatura, los niños que nacen en primavera o en verano pueden beber la leche a temperatura ambiente (20 grados). Para los nacidos en otoño e invierno, es mejor templada (en torno a los 36 o 37 grados). Siempre hay que verificar que la leche no esté muy caliente, vertiendo unas gotas sobre el dorso de la mano, sobre todo si se ha utilizado el microondas

(no se ha de olvidar que el biberón puede estar en estos casos frío, mientras que el contenido hierve). Nunca deberán aprovecharse restos de leche de un biberón ni prepararse la leche con antelación, si va a tener que estar a temperatura ambiente. Los niños alimentados con leche artificial han de espaciar sus tomas a un máximo de cinco horas, siempre un poco más que los niños que toman pecho.

Para garantizar una buena digestión debe esperarse un mínimo de dos horas y media entre biberón y biberón. Si no se termina el biberón, no hay que forzarle. Posiblemente en la siguiente toma tendrá más apetito. Mientras asimile bien lo que se le da y no adelgace, no existen razones para presionarle. En los viajes conviene llevar un termo con agua esterilizada y templada y preparar el biberón en el momento en que se lo va a tomar.

También puede ser práctico recurrir a las leches ya preparadas, aunque son más caras y precisan del frigorífico una vez abiertas. Tanto el bebé que toma el biberón como el que mama pueden necesitar también agua. Por eso es aconsejable tener un biberón más pequeño para cubrir estas necesidades.

El momento del destete.

Según las recomendaciones de la Organización Mundial de la Salud (OMS), el amamantamiento exclusivo puede mantenerse durante cuatro o seis meses. El destete deberá realizarse a ser posible de forma gradual y en el momento adecuado, evitando las temporadas de mucho calor. Si por razones de trabajo o de salud hay que iniciar el destete antes de los meses señalados, se procederá programando una preparación mutua (de madre y niño) para ello. Por ejemplo, la primera semana sustituyendo el pecho por el biberón en una de las tomas. Si lo tolera bien, la segunda semana se harán dos tomas con biberón; la tercera, tres, manteniendo hasta el final las tomas de la mañana y de la noche. Al cuarto mes y al igual que el bebé que toma biberón, se puede empezar sustituyendo la toma de la tarde por una papilla de frutas.

Cuando el biberón no les deja satisfechos.

tomando peso a bebéLlega un momento en que el bebé que es alimentado con biberón no queda satisfecho con lo que toma y puede manifestarse hambriento pese a aumentar las cantidades de leche. En estos casos, a partir del tercer mes, el pediatra puede aconsejar suplementar el biberón de la noche con unas cu-charadltas de papilla de cereales sin gluten. De esta forma, el pequeño queda más tranquilo y aguantará mejor durmiendo toda la noche.

También algunos pediatras recomiendan sustituir al cuarto mes la toma de la noche por una papilla de cereales sin gluten preparada con la leche de Inicio que ya toma o bien con la de continuación -a partir de los cuatro meses-, que deberá ser bastante liquida hasta que el niño vaya acostumbrándose a la cuchara. Si rechaza esta última, convendrá dársela con el biberón y volverlo a intentar al cabo de unos días. A los niños les suelen encantar las papillas de cereales y las aceptarán sin poner excesivos reparos.

Otro tema es la fruta, a cuyo sabor más ácido deberán acostumbrarse. Antes de los seis o siete meses sus papillas de cereales no deben incluir gluten, ya que es la mejor forma de prevenir la aparición precoz de la enfermedad celíaca. La Sociedad Europea de Gastroenterología, Hepatología y Nutrición Pediátrica recomienda que los bebés no tomen gluten hasta los meses apuntados. De ahí que las primeras papillas -a partir de los tres meses- se elaboren sin ese componente.

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