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Higiene del bebé, cómo bañarlo, cambio de pañales, etc

Todo un mundo se está creando en el interior del bebé. En pocos meses, su evolución es vertiginosa, e incomparablemente mayor que la que experimenta cualquier organismo adulto. Sin embargo, en apariencia su vida se limita a los pañales, y a la cuna.

Lo cierto es que en la calidad de vida del bebé desempeñan un papel importante las pautas de higiene, que constituirán una buena fórmula de protegerlo de todo un rosario de infecciones a las que son especialmente sensibles, así como el sueño y la adaptación de sus ritmos biológicos al funcionamiento familiar.

El ritual del baño no es innato, ni para los padres ni para el bebé. Este momento debe ser, para ambas partes, no sólo un ejercicio de higiene sino también una oportunidad para establecer la complicidad. Hay niños a los que les disgusta enormemente que les sumerjan en el agua, pero la mayoría de ellos disfrutan con el baño y terminan por considerarlo un juego más. Tras los primeros días, en los que cualquier

cuestión es nueva, el pequeño y los padres comienzan a obtener placer en los pequeños actos cotidianos. El baño es uno de ellos, pero también una de las buenas formas de preservar la salud del pequeño y protegerle de posibles enfermedades.

LA HIGIENE DE LOS MÁS PEQUEÑOS.

Posiblemente durante los primeros meses y si las temperaturas son bajas, los padres hayan decidido que el baño se realice en la misma habitación donde está instalada la cuna, tanto por comodidad como para asegurar la temperatura correcta del entorno; pero tarde o temprano, el pequeño comenzará a usar el cuarto de baño para estos menesteres y todo debe estar en perfectas condiciones.

Lo primero que hay que hacer es asegurar la temperatura de la estancia -entre 24 y 25 grados- y colocar el equipo necesario al alcance. De esta forma se evita la tentación de dejar al pequeño

para ir a buscar algo. Si la madre o el padre están solos, es mejor descolgar el teléfono o conectar el contestador automático. También habrá que comprobar la fecha de caducidad de los productos de higiene que se van a utilizar y evitar exponerlos a una fuente de calor, ya que una temperatura elevada puede alterar su composición.

Los primeros meses es aconsejable colocar el vestidor muy cercano a la bañera y disponer sobre él, antes del baño, una toalla extendida y la ropa necesaria para cambiar al pequeño. Nunca se dejará al bebé solo, ni aunque los bordes del vestidor sean altos. Cuando sea más mayor, ya se le podrá vestir sobre una cama después de sacarle de la bañera y arroparle bien con una toalla.

La mejor hora del baño.

En cierta forma el bebé se adaptará a las necesidades del adulto, por lo que es mejor escoger el momento en que el padre, la madre, o ambos, estén más tranquilos. En todo caso siempre se ha de evitar bañarle cuando acaba de comer o cuando empieza a tener hambre. Algunas madres prefieren hacerlo al caer la tarde y antes de la última toma, cuando el bebé se halla generalmente más inquieto. Es un buen momento para ello ya que el baño les distrae, relaja y calma. Esta franja horaria será la ideal cuando ya sean mayores. Permite acostarles bien limpios tras sus «batallas» diarias y mucho más relajados para afrontar una larga y reconfortante noche de sueño.

La preparación del agua y la comodidad del bebé.

Se llena la bañera del bebé comenzando con agua fría y después con la caliente. Esta costumbre evitará prepararle un baño excesivamente caliente. No hay que sumergir nunca al bebé en el agua sin antes comprobar la temperatura: alrededor de 38 o 39 grados; y 37 grados en el momento de introducirlo. Lo ideal es utilizar un termómetro de baño; en su defecto, el codo puede servir de referencia, pero nunca el dedo. En los primeros días es más cómodo utilizar un jabón líquido que se verterá sobre el agua previamente a la inmersión del bebé.

Ya con el pequeño tumbado encima del vestidor, se empieza por quitarle el pañal y retirar las heces que pudiera tener. Luego se le desnuda totalmente. Éste puede ser un buen momento para darle un masaje corporal, utilizando para ello aceite infantil. Los bebés agradecen enormemente este agradable contacto con la madre.

Para sumergir al bebé en la bañera se pasa el brazo por su espalda y se le sujeta con la mano la axila contraria al lado donde se halla la persona que lo baña. De esta forma, el brazo sostendrá también su cabeza, que debe quedar siempre fuera del agua. Con la otra mano se le sostienen las nalgas y se le sumerge progresivamente. Con esta mano se enjabona al bebé. Es mejor servirse para ello de las manos, no sólo porque le limpian, sino también porque con ellas se dan masajes y ello le produce gran placer.

También puede utilizarse un guante de felpa que ha de esterilizarse cada día. Por ahora es mejor olvidarse de la esponja, un verdadero nido de microbios. También hay que evitar que la espuma le entre en los ojos y será necesario aclarar muy bien el cabello. Para sacarle del agua hay que sujetarlo de la misma manera que para introducirlo, luego se le coloca sobre el vestidor y se le envuelve con la toalla.

Para evitar enrojecimientos e irritaciones hay que secarle bien pero con suavidad, insistiendo sobre todo en los pliegues de codos y rodillas, tras las orejas y en las axilas y el ano. La toalla se deberá cambiar cada dos o tres días o más a menudo en caso de manchas accidentales.

Pendientes de todos los pequeños detalles.

Una vez seco, se le viste comenzando por el pecho para que no coja frío. Ya preparado, se limpiarán sus ojos con suero fisiológico y una gasa estéril para cada uno de ellos. Se procederá de igual manera con la nariz. Las orejas se limpian con gasas o un pañuelo de algodón limpio, nunca con bastoncillos, ya que si el bebé hiciera un movimiento brusco, se corre el peligro de perforar sus tímpanos.

Si el bebé tiene las uñas excesivamente largas, probablemente se arañe. En estos casos, será mejor cortárselas pero no mucho, para evitar infecciones si se resquebrajara la fina piel de sus dedos. Si no se araña, los expertos recomiendan esperar unas semanas para cortárselas. Las tijeras deben desinfectarse con alcohol de 60° antes y después de cada uso. En cuanto a las uñas de los pies, es inútil ocuparse de ellas en los primeros meses, ya que su crecimiento es mínimo.

El cambio de pañales.

Se deberá realizar de seis a ocho veces al día durante los primeros meses, hasta que el bebé comience a orinar y defecar con regularidad. En cualquier caso siempre habrá que cambiarle cuando esté sucio y después del baño. Cuanto más secas estén las nalgas del bebé, menos problemas habrá de irritaciones.

Al principio se recomienda utilizar una leche hidratante específica para limpiarle, concebidas para proteger su piel de la agresión de la orina o las heces. Más tarde se podrán utilizar las toallitas húmedas, mejor sin alcohol y con agentes hidratantes. La limpieza se realizará siempre desde delante hacia atrás y se secará suavemente con una toalla. En caso de irritación, se deberá optar por una crema tratante. Como ocurría con el baño, antes de cambiar los pañales se ha de tener todo dispuesto alrededor para evitar dejar solo al bebé.

A partir del octavo mes.

Bebé bañandose con pelota azul y rojaEntre los ocho meses y el año, es decir, cuando el niño ya se mantenga sentado, se podrá bañar al bebé en la bañera grande, aunque por mayor seguridad es aconsejable introducir la bañera pequeña dentro de la grande. Las precauciones, en todo caso, han de persistir o incluso aumentarse si se utiliza la bañera de los adultos. Se colocará una alfombra o material antideslizante en su superficie, se llenará de agua únicamente hasta la cintura del bebé sentado y nunca se le dejará solo para evitar que resbale, se golpee o trague agua.

A partir del año, el niño puede protestar con el lavado del cabello. En general les molesta el agua en la cabeza y en la cara. Una buena estrategia consiste en acostumbrarles a que estiren un poco la cabeza hacia atrás y mojarles y aclararles utilizando para ello una jarra de plástico. El lavado del cabello se puede reducir entonces a tres o cuatro veces por semana, pero el baño seguirá manteniéndose todos los días.

Su primer neceser.

Todos los productos utilizados han de ser específicamente para bebés. Nunca se usará un gel o champú de adultos, particularmente si está perfumado. Existe el riesgo de provocar en el pequeño una alergia cutánea.

  • Jabón líquido hipoalergénico (se puede utilizar el mismo para el lavado de su cuerpo y cabello).
  • Aceite corporal (para el masaje antes del baño).
  • Agua de colonia sin alcohol (unas gotitas sobre su cabello y sus ropas, nunca sobre su cara).
  • Leche hidratante.
  • Crema tratante (para las escoceduras).
  • Toallitas húmedas.
  • Gasas estériles.
  • Suero fisiológico.
  • Cepillo suave (para peinarlo).

Cuándo comenzar con el cepillo de dientes.

Generalmente se cree que el uso del cepillo ha de comenzar con la aparición de los dientes definitivos pero, en realidad, para una buena higiene bucal, la educación en el cepillado de los dientes debe comenzar mucho antes. Desde los dos o tres años es necesario enseñar al pequeño, mejor jugando, a cepillarse los dientes después de cada comida y antes de ir a acostarse. Sólo así el uso del cepillo y el dentífrico se convertirá en una costumbre diaria.

Servirán de ayuda en este cometido los cepillos de colores vivos y formas divertidas, y los dentífricos con sabor agradable. Pero, para ser realmente eficaz, la limpieza ha de hacerse bien: el cepillado debe durar al menos dos minutos y el movimiento debe realizarse de arriba abajo. Habrá que ayudarles en esta tarea para que también se cepillen las muelas. Se escogerán cepillos blandos, de tamaño pequeño y con las cerdas redondeadas.

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